jueves, 23 de noviembre de 2017

El lago de los cisnes

A ti,
Cisne blanco.
Que subes el volumen de la música nada más despertar,
estás tan hermosa sin maquillar.
Se te ve feliz al bailar, tan elegante y en paz.
Hazme un favor y no te dejes llevar.

Ay, 
Cisne negro.
¿Por qué la quieres envenenar?
Bailáis en el salón, tirando los
restos del desayuno al suelo.
Las velas, los platos... 
el mantel se ha quedado sin ellos.

Ahora se ha convertido en el escenario
donde la melodía de Chaikovski se ha olvidado
y los pasos han dado lugar a un batiburrillo 
de mordiscos, besos y abrazos. 


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