domingo, 27 de agosto de 2017

Existe, está presente

La presión cambia de forma constante. Hay días que es tan pequeña que parece una hormiga sobre el pelaje de un oso, y otros en los que es el oso y yo la hormiga que se escurre hasta caer al hoyo.

Soy inestable, por eso tengo días malos y días que son peores. Intento encender velas para escapar de mis tinieblas, haces de luces que incitan a una memoria más joven que la mañana a espantar mi temor por la oscuridad.

Ella me quiere atrapar, dice que el problema no es mi ansiedad sino que yo soy una fiesta donde la depresión quiere estar. Ni siquiera la quise invitar. Cada noche de insomnio me toma entre sus brazos, invitándome a una velada romántica donde incluso la luna se escabulle no queriendo ver lo que está a punto de suceder.

Los consejos de mamá se han quedado anticuados, de nada sirve contar ovejas cuando mi mente solo cuenta las razones por las que debería permanecer despierta. No te vayas a pensar, hay veces que sueño y que paseo por océanos de felicidad donde no se me está permitido nadar.

Algunos dicen que no existe la ansiedad, que es una decisión que debo afrontar, pero la presión me arrastra de nuevo a una ciudad de esqueletos donde mi boca sabe a cemento y mi pecho se ha convertido en un auditorio vacío donde se desvanece el eco.



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