lunes, 23 de octubre de 2017

Novela en blanco

Fue un día como otro cualquiera, solo que esta vez estábamos en una calle y no en la biblioteca. Siempre soñé con toparme allí con el amor, coincidir en la lectura y debatir hasta que la tarde se hiciese oscura. 

Supondré que, en vez de eso, la noche me trajo un inesperado cuento, de hermosa portada, peculiar título y con una pequeña biografía en el reverso. Desde entonces comencé a leerlo y a subrayar cada una de sus partes, sobre todo aquellas citas literarias tan románticas que tanto me encantan. 

Ahora quiero continuar la historia, convertirla en novela aunque eso suponga que lo ensucie, lo moje, lo manosee y lo escudriñe hasta que las páginas se hayan vuelto amarillentas a causa de su longeva existencia. Sin preverlo me incluí como personaje, arriesgándome a que sea como en la historia interminable, que la gente nos prefiera antes que a cualquier otra historia moderna, o que nos tomen por poesía por nuestra falta de armonía.

Qué quieres que te diga, no somos perfectos sino un recopilatorio de sombras pasadas, imágenes que estallan y se convierten en lamentos del mañana. No busquemos olvidar los sentimientos, ya sabes que yo tengo mucho de esos y que acaban manifestándose en forma de silencios y lágrimas que acaban abandonadas en la almohada, sin dejarte a ti hacer nada. 

Por suerte en realidad no eres un cuento, más bien un ángel que aquella noche decidió cuidarme y cobijarme convirtiendo el inmenso pesar que siento en un deseo enorme por besarte, abrazarte y morderte hasta que te hartes, me amenaces con hacerme cosquillas y discutamos por quién es más precioso conforme avanzan los días. 

Así es como debería concluir todo capítulo, con las ganas desenfrenadas de sentir esa refrescante sensación al reír. 


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jueves, 19 de octubre de 2017

Halloween is coming

No se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, era una noche llena de advertencias que ignoró para evitar el miedo en mitad de la tormenta. Primero fueron los cuadros del pasillo, que se cayeron y culpó a las alcayatas baratas del chino. Después la ventana de su habitación, que aún abriéndose de golpe culpó a los fuertes vientos del norte. 

No quiso prestar atención a las sombras que aparecían por las esquinas, pues ya no se le ocurría argumento con el que dilucidar aquellos hechos. Notaba las presencias extrañas, un ojo le observaba y su alma se helaba mientras las lámparas parpadeaban amenazando con ser apagadas. Ni si quiera se percató del hedor putrefacto que había en el ambiente en aquella noche donde acechaba la muerte. 

Las tinieblas se apoderaron de él adoptando su forma en la pared, donde los pies no alcanzaban el suelo y en su cuello dos garras terminaban con su aliento. Los segundos le alcanzaron para pedir su último deseo, que todo fuese un mal sueño, con la infortunada sentencia de una sonrisa cosida que daba fin a su vida. 





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martes, 10 de octubre de 2017

Me gusta ir descalza

Soy una persona especial que vive en un mundo normal, donde lo establecido es ir calzada por los pasillos mientras yo prefiero ir descalza sintiendo los baldosines fríos. Los zapatos me atan a una realidad y me hacen saber comportar en habitaciones llenas de cuerpos que nunca entenderán lo que llevo dentro.

Ir descalza me hace liberar todas las ganas de vivir y lo logro expresar a la hora de escribir. Esos cuerpos son gente sorda, ciega... rota, donde no existe camino ni destino sino un trabajo que les mantenga vivos.

En esa habitación no sirve de nada ser joven, pues ser joven significa cero y para ellos tener un techo vale más que un te quiero. Me descalzo para pintar cielos en esa habitación de gritos donde cada vez hay un rico más y una sonrisa menos.


Soy una persona especial que vive en un mundo normal donde tener problemas es lo usual y las historias a contar un “erase una vez”, que ya fue.



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martes, 3 de octubre de 2017

¿Tomamos un café?

Decidí vestir de ojos tristes, con esos que él tanto odiaba. Ceñida en lágrimas, con el cabello amarrado en palabras amargas. Escuché una vez más sus sentires entre tragos de café y el un, dos, tres de mi cabeza que llega hasta cien anhelando el alma del ayer donde vestía de alegría gracias al amor de mi vida.

Parece un mercenario contratado para destruir mis sueños, ya se aproxima el momento y me niego a que consiga hacerlo. No pienso perder más el tiempo haciéndote creer en dragones anclados a piedras capaces de escupir un fuego de ideas.

Por ello huiré en busca de aguas heladas dispuestas a llevarse tus palabras para que mis sueños me vistan sin remordimiento y deje de importarme lo superfluo.



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