Deja
que te explique mi mundo, desmidiendo mis palabras para que comprendas los sentimientos que se albergan en mi cuerpo. Empezando por mi amor hacia
la métrica, su rima y significado que tanto me han ayudado; mostrándote la magia de la
fotografía, que más que imágenes son historias vivas, memorias y alegrías; para que al final nos detengamos en la más bella de todas las artes y te pueda enseñar cómo contemplar un lienzo, donde lo importante no es el equilibrio sino
la pasión que existe dentro.
En cambio la música nunca fue mi fuerte hasta
que, por primera vez, se me aceleró el ritmo del corazón al escuchar la dulce melodía de tu voz.
Permite entonces que tenga la oportunidad de enamorarte con mis letras, a pesar de mi
personalidad maltrecha, e intentaré dibujar besos inquietos junto a
tu oído mientras recito odas inspiradas en miradas y caricias
inesperadas, enredadas en mitad de una fantasía desmesurada.
Aprovecharé para pintar tu cielo sin anhelos, donde los relojes persistan contra el tiempo y que lo efímero se vuelva eterno para que podamos quedarnos, un vez más, fundidos y sin aliento.
Sublimes
son tus pensamientos con los que construyes un manantial de
sabiduría y la ofreces para que también sea mía. Vulgares
son los míos llenos de cuentos y fantasías con la esperanza de que
salgan a la luz algún día.