martes, 3 de octubre de 2017

¿Tomamos un café?

Decidí vestir de ojos tristes, con esos que él tanto odiaba. Ceñida en lágrimas, con el cabello amarrado en palabras amargas. Escuché una vez más sus sentires entre tragos de café y el un, dos, tres de mi cabeza que llega hasta cien anhelando el alma del ayer donde vestía de alegría gracias al amor de mi vida.

Parece un mercenario contratado para destruir mis sueños, ya se aproxima el momento y me niego a que consiga hacerlo. No pienso perder más el tiempo haciéndote creer en dragones anclados a piedras capaces de escupir un fuego de ideas.

Por ello huiré en busca de aguas heladas dispuestas a llevarse tus palabras para que mis sueños me vistan sin remordimiento y deje de importarme lo superfluo.



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