lunes, 23 de octubre de 2017

Novela en blanco

Fue un día como otro cualquiera, solo que esta vez estábamos en una calle y no en la biblioteca. Siempre soñé con toparme allí con el amor, coincidir en la lectura y debatir hasta que la tarde se hiciese oscura. 

Supondré que, en vez de eso, la noche me trajo un inesperado cuento, de hermosa portada, peculiar título y con una pequeña biografía en el reverso. Desde entonces comencé a leerlo y a subrayar cada una de sus partes, sobre todo aquellas citas literarias tan románticas que tanto me encantan. 

Ahora quiero continuar la historia, convertirla en novela aunque eso suponga que lo ensucie, lo moje, lo manosee y lo escudriñe hasta que las páginas se hayan vuelto amarillentas a causa de su longeva existencia. Sin preverlo me incluí como personaje, arriesgándome a que sea como en la historia interminable, que la gente nos prefiera antes que a cualquier otra historia moderna, o que nos tomen por poesía por nuestra falta de armonía.

Qué quieres que te diga, no somos perfectos sino un recopilatorio de sombras pasadas, imágenes que estallan y se convierten en lamentos del mañana. No busquemos olvidar los sentimientos, ya sabes que yo tengo mucho de esos y que acaban manifestándose en forma de silencios y lágrimas que acaban abandonadas en la almohada, sin dejarte a ti hacer nada. 

Por suerte en realidad no eres un cuento, más bien un ángel que aquella noche decidió cuidarme y cobijarme convirtiendo el inmenso pesar que siento en un deseo enorme por besarte, abrazarte y morderte hasta que te hartes, me amenaces con hacerme cosquillas y discutamos por quién es más precioso conforme avanzan los días. 

Así es como debería concluir todo capítulo, con las ganas desenfrenadas de sentir esa refrescante sensación al reír. 


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