En un lugar no muy lejano, una pequeña
e inocente niña apagaba las velas acumulando deseos en forma de
sueños. Emanando preguntas y ansiando descubrir qué forma tiene
“esa” nube tan algodonada. Aquél día tan especial, las nubes decidieron visitarla para observar cómo el viento acariciaba sus
mejillas antes de susurrarle las respuestas que quería haciéndole
cosquillas.
Fue entonces cuando los sueños se
cumplieron, habiendo pasado el tiempo, mientras ella contemplaba
ensimismada las estrellas, todavía inconsciente de que el universo
le había otorgado todo lo que hubo deseado.
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