El destino hizo lo posible por juntarnos o, quizás, fuese esa rubia astuta que sabía lo que quería incluso todavía sin yo querer.
Así que aquí estoy, abriendo el ático del alma a riesgo de que entres a curiosear por los baúles de logros y tropiezos hasta que, tal vez, encuentres en uno de ellos la llave escondida que abre los secretos que para ti, han dejado de serlos.
A la vida siempre le ha gustado reírse un poquito conmigo y otro rato de mí, por eso me encuentro hoy, aquí, admitiendo que existen las musas y que han venido de visita para que escriba sobre lo que hemos comenzado a vivir.
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