viernes, 18 de agosto de 2017

Hoy

Es un día funesto para el mundo de los vivos. Los vecinos respiran aire con sabor a desaliento, y los ojos se tiñen de lágrimas sin sonrisas que se convierten en escudos de los ciudadanos, ya cansado, que siguen lidiando contra la desgracia.

Es un día, como otro cualquiera en este desalmado planeta, donde la desesperanza se apodera de otro pueblo con tanques invisibles pero con dolor del frío vacío en todo el cuerpo.

Hoy el terrorismo es un segundo plato que explota, sin remordimiento, en mesas de inocentes. Los llantos que ya no se escuchan son guardados para ahorrar fuerzas en las manifestaciones, sabiendo que no servirán de nada para unos seres a los que, a cada segundo que pasa, se les apaga la luz que les mantiene fuertes.


No es buen día para ilusiones desahogadas que andan escondiéndose entre fronteras ajenas, en casa de los pocos valientes que se atreven a ayudar, pues, la recompensa de sus actos no será sino el mismo final. Por eso las mentes que huyen, callan y asumen que en este juego solo gana, quien abre fuego.  


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