Me besaste con tus labios color zircón que, aunque oscuros, brillan y otorgan vida. En el calor de de la suave caricia encuentro la paz, y las pocas guerrillas que me quedan repiten tu nombre disconformes con abandonar. Incluso descubro que tengo un paraíso al que regalas esplendor cuando pasas a mi alrededor.
Las malas hierbas mueren con tus palabras, convirtiéndolas en una preciosa diadema con la que me coronas. Sonrío con la eminencia de tus dedos al tocar mi piel, son voluntarios que trabajan, concentrados, curando las heridas de mi ayer.
Tu garganta proclama risa haciendo rehuir la tristeza de mi alma, quien se niega a luchar contra el arma que tienes en forma de constancia. Ya no quedan muros de piedra que derribar, nada te impide invadir el interior tan profundo que hay en mí. Eres la serenidad en un reino donde la noche ha llegado a su fin.
Éste me parece más tipo prosa poética, pero bonica escribes precioso. Piensatelo, ya te dije que el anterior me encantó y que lo veo, lo veo como relato corto pero alargándolo más.
ResponderEliminarB7s
Leo la lluvia caer
Muchas gracias!!! Es un alago viniendo de alguien que lee tanto =)
EliminarUn beso!